lunes, 17 de marzo de 2014

Un cuerpo de trabajo

La apuesta personal de este ensayo trató de hacerse con el impulso de la imagen de un cuerpo masculino, desnudo y mutilado. La única dificultad era que necesitaba de un argumento narrativo para activar esta historia. La figura del hombre tumbado, como una Odalisca masculina desnuda constituyó el tema clave de este ensayo. Aún cuando todas las partes articuladas (cabeza, brazos y  pies) del cuerpo han sido suprimidas, queda la parte central, de una sola pieza. La mutilación de la figura del cuerpo como emblema heroico del individuo que resiste es símbolo de fertilidad y los signos del poder guerrero permiten afirmar la existencia del cuerpo humano (cualquiera que ésta sea).

Miguel ángel glorificó el famoso torso del belvedere, en el fragmento de la estatua de un desnudo masculino. La imagen fotográfica se refiere a este modelo de fragmentación. El torso es un bloque sólido que puede ser mutilado. Representa una figura muy fuerte dentro de la estatuaria humana. La imagen fotográfica recrea un escenario imaginario de los héroes del Olimpo en una amalgama del cuerpo tumbado. Lo sagrado de la imagen alcanza en lo atemporal el arrebato de la muerte.

Una propuesta plástica visual abierta a múltiples interpretaciones debido al encuadre. Las posibles significaciones de la retorcida pose del torso y su extraordinaria representación masculina es lo más destacado de la imagen. La figura incompleta del cuerpo simboliza la fragilidad de su destrucción. En la composición, la ausencia en el corte brutal de la cabeza, brazos y  pies, juega un papel dramático importante. El retrato evita particularmente el rostro, quiere despojar el cuerpo del carácter sublime particular de aquello que identifica al ser humano. Los pies no se mueven hacia adelante en el tiempo. Aquí, no hay tiempo futuro, la vida no es vivida hacia adelante. La vida del cuerpo sufre una transformación irreversible en el tiempo. La esencia está en el presente, la ambigüedad entre el pasado y presente refleja  la fragmentación del individuo.


De estos datos obtenemos el retorno a sí mismo. La visión del espectador se dirige hacia el juego de luz de las velas que anima el cuadro a una rítmica interior. Esta imagen se caracteriza por un silencio penetrante consagrado en el ensueño. No sabemos si está dormido o despierto. Su imaginería pertenece al mundo onírico y en parte real, personal y privada. Este ritmo corresponde a una imagen del cuerpo en el eje del plano horizontal de la figura mutilada acostada transformada en luz y sombra que nos transmite equilibrio. El ritmo y el equilibrio horizontal es el producto del conocimiento del hacer y deshacerse de la carga emocional de sí mismo. “Indica el sentimiento que el hombre pueda tener de su superioridad sobre los demás seres vivos. Pero este sentimiento es frágil ya que por su imposible pretensión revela la evidencia opuesta a la humanidad caída marcada por la fatalidad del pecado.”  Sobre la fotografía entre las bellas artes y los medios de comunicación. Jean-Francois Chevrier




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