sábado, 15 de marzo de 2014

A propósito de la evaluación documental


El inicio de una discusión en clase de documentalismo me llevó a pensar sobre la naturaleza del trabajo fotográfico en cada uno de los integrantes del grupo. Preguntarse si uno hace o no buenas fotografías, desde el momento que uno se define por las actividades que realiza, se convierte en una discusión estéril.
Cuando fuimos convocados por Leo a la evaluación de nuestros trabajos de campo, resultó muy convincente la facultad con la que nos deleitó y conmovió. Nos persuadió en la utilización de los recursos fotográficos que manejamos como creadores de nuestras obras; nos abordó con su fuerza expresiva para persuadirnos de usar las herramientas expresivas que poseemos.
Con Leo, la imagen ha encontrado un lugar estratégico en el contexto fotográfico como estilo documental. A diferencia del espacio de instagram, que constituye una experiencia de lectura distinta, donde la fotografía es un instrumento de puesta en escena en la medida que es un material de montaje, la fotografía trata aquí de asimilar la reflexión crítica en la actividad fotográfica separado de todo juicio a priori.
El compromiso de un proyecto documental bajo la dirección de Leo es una aproximación, de una pureza absoluta, a este método de registro fotográfico.
Cada uno de nosotros se ha colocado durante un período determinado de tiempo frente al visor para fotografiar lo que acontece, privilegiando la  información de la  estructura de la imagen-signo en el espacio-tiempo.
Una forma de expresarse a través de la información del objeto-símbolo, es ese algo que constituye la propia forma artística diferenciada de la imagen mediática. Como algo irónico, se instauró una dialéctica entre nosotros, identificando de este modo el arte de fotografiar en el plano de la reflexión crítica estética. 
Por mi parte, tendría que revisar los modelos visuales que me proporciona el material documental de la fotografía en el ensayo fotográfico, reevaluando mi método de interpretación. El objeto fotografiado refleja en el plano de la reflexión, el entorno y los modelos de ese eje imaginario;  la utopía de la ambivalencia en la crítica estética, trata la ambigüedad en los puntos de vista contradictorios.
De las famosas observaciones de Baudelaire sobre “ la composición doble de lo bello” (un elemento eterno, invariable y un elemento relativo, circunstancial”) el documento se ha convertido en el principio de fotografía de “autor” por encima de la masa de imágenes anónimas en las que se deposita la verdad, desapasionadamente.
La  fotografía gozaría entonces de esta doble lectura correspondiente a la reivindicación estética  de los “clichés” en el tratamiento de la fotografía ”creativa”. No se trata de reconstruir el  mundo que está afuera. En todo caso, se busca la interpretación de un modelo que no está bien ni mal. Tal vez, esta sea una estrategia de distanciamiento crítico utilizada por razones formales de la materia. Pero creo que el tiempo aclarará la posición adoptada para el trabajo documental donde intervenga el propio proceso artístico en relación con los retos de cada uno de nosotros. 
Desde mi punto de vista, el documentalismo se ha empeñado en exaltar con una técnica demasiado precisa la exactitud de la imagen fotografiada al utilizar el picado y contrapicado, ese algo entre el objeto de exposición y el instrumento fotografiado. Al mismo tiempo, Considerar el no color en el documental, al rigor austero que transmite Leo, supone la opción de las tonalidades de luz del blanco y negro en las texturas y el volumen. Esto da la espalda a la exuberancia Kitsch de las ilustraciones que no tiene aspectos de tipo documental como las ilustraciones de revista tipo  Hollywood.
Podemos añadir, que los trabajos de campo realizados en la costa venezolana, revelan una imagen de la riqueza cultural, de la idiosincrasia documentada a través de la fotografía, que se ha convertido en el principio de la imaginería apasionada indiscutible del documentalismo de Leo Alvarez.
El proyecto de fotografiar los signos de la realidad de la costa venezolana, según la reflexión documental, trata de describir un conjunto de huellas en comunión con las” ventanas” o “espejos” de la imagen en las máscaras de nuestro inconsciente.
Podemos concluir de esta manera, la capacidad de transformar la pasión melancólica en lirismo, la encontramos aquí: (la rememoración Baudelairiana de “el limbo”), borde, franja o límite.  “En esta región intermedia, el tiempo inmóvil, igual, de la melancolía revela negativamente el contenido utópico el  “no lugar” de los tópicos de felicidad para todos”, atribuido a la esperanza que abriga el hombre.

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