Conocer a Oscar ha sido una especie de aventura. Entiende el arte desde el punto de vista de transformación de la conciencia y habla de eso con la misma pasión que lo caracteriza desde esos años que nos conocimos y que aún mantiene.
La experiencia de Oscar Grau como escultor en Margarita fue crucial para el desarrollo de la visión del arte urbano como un fuerte compromiso social. A partir de ese momento crea el modelo de la obra (Sin título) para dar paso a sus necesidades con el arte urbano.
Tomó de su expresión personal las referencias simbólicas y los elementos arquitectónicos artísticos significativos que le proporcionaron una conexión con la ciudad de Caracas.
El propio espacio público se convirtió desde ese momento en el contexto de su obra a una escala significativa. Ubicada en el distribuidor de la autopista este oeste Francisco Fajardo, las dimensiones de esta obra monumental abarca dimensiones extraordinarias, una realidad concreta para el desarrollo urbano, en curso.
A partir de ese momento, dispuso de todas las mediciones esenciales que le permitieron articular concretamente la construcción de la maqueta a escala.
Concebida como una escultura arquitectónica por sus dimensiones, su obra retoma la idealización de la ciudad moderna reconciliada con la naturaleza cuya manifestación lo constituye el espacio público reflejo de una reflexión crítica de la obra de arte urbana en el contexto contemporáneo.
En una conversación con Oscar en los pabellones del colegio Don Bosco, donde se realiza la construcción de la obra, hemos podido contactar el interés por las cosas del entorno. Siempre le ha interesado esta idea en cuanto a los materiales de construcción utilizados en sus trabajos desde hace mas de 10 años y la forma como los ha ido trasformando en los últimos avances de su carrera.
Oscar encarna la redefinición de una nueva relación entre el arte y el entorno en cuanto a la organización espacial de los materiales.
Todo lo que uno puede encontrar en la obra de este artista es la de un hombre comprometido consigo mismo. Una razón más para él de trabajar en pos de un proyecto urbano como plan de desarrollo de la ciudad.
Oscar tiene un corpus de obras que evoluciona hacia la noción del espacio público. Esta idea, que siempre ha sido compleja para él, parece que cobró cada vez mas forma en la esfera de los espacios urbanos no reservados al uso público, como las fachadas de edificios de oficinas en el Rosal y el edificio de la Dumcan en la California, tratados como una realidad concreta hoy en dia.
A través de este proyecto, Oscar definió su visión estética como artista conectado con la falta de referencias simbólicas y de elementos artísticos significativos que pudieran proporcionar a los habitantes de la ciudad una conexión con el objeto de arte. Es por ello, que la obra de Oscar se centra mas en un enfoque hacia los ciudadanos.
De la misma manera, este proyecto estará dotando a la ciudad de un patrimonio de arte público que pudiera facilitar esos mecanismos de identificación y que hiciese más amable su entorno.
Las autoridades competentes decidieron como normativa, que junto al artista hubiesen equipos de ingenieros y arquitectos que se encargaran de trabajar en coordinación con el autor y debían consultarle en todo momento el proceso de planificación de la obra.
Esto le permite a Oscar trabajar mano a mano con los ingenieros en una relación que él define como fluida, a pesar de las dificultades que esto implica.
Resulta difícil de creer en un tiempo de vorágine como el nuestro, que se desarrolle esta sensibilidad por la integración del arte en la ciudad.
Dejo al final una de las frases de Cataneda que me recordó Oscar:
“Cualquier cosa es un camino entre un millón de caminos. Por tanto, un guerrero siempre debe tener presente que un camino es sólo un camino; si siente que no debería seguirlo, no debe perma¬necer en él bajo ninguna circunstancia. Su decisión de mantenerse en ese camino o de abandonarlo debe estar libre de miedo o ambición. Debe obser¬var cada camino de cerca y de manera deliberada. Y hay una pregunta que un guerrero tiene que hacerse, obligatoriamente: ¿Tiene corazón este camino?”
En sus palabras y en sus textos hay un espíritu de libertad y ambiente de experimentación de los que hoy día todavía podemos y debemos seguir aprendiendo.
Esperemos que esta obra se haga realidad y sea una referencia posterior en el arte público y comunitario.
Fachada Edificio de oficinas en el Rosal, Caracas.
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