Las aguas, sustancia de vida también son de muerte; la materia que envuelve y penetra las sombras cargándolas de dolor humano en la noche sombreada a todo lo que cada día muere. Una muerte que permanece en nosotros.
Es una invitación del corazón a sumergirse en las profundidades del ser. Lo que habita desde el fondo del alma es la voz golpeada de una pasión ardiente en el silencio de la melancolía. Los ojos luminosos de las aguas nos invitan a navegar hacia el cielo interno donde no vemos reflejados.
Las aguas tienen rasgos maternales de carácter sustancialmente femenino. Acunan el balanceo de una barca sostenida en la superficie como una madre. Transportados por la ensoñación de las aguas aprendemos a navegar en ellas como un sendero en el cual volamos nuestra imaginería.
Flotar en las aguas es morir, derramarse en su propio reflejo, disolverse en un solo recuerdo de murmullos. Las aguas mueren en el universo sumergido del firmamento invertido en donde los astros cobran vida en el ojo humano. Es el elemento acuoso que recibe la intimidad de la muerte en una disonancia de cantos.
Entonces las aguas tienen algo que decirnos murmurando una melodía ancestral desde el seno del río. Sólo así, un rayo de luz sobre las ondas del agua reflejará como un espejo todo lo que cambia en la profundidad sepulcral de la condición humana.
El carácter personal de la contemplación imaginaria de las aguas logra ver la intimidad del mundo reflejado en sí mismo. Elegir ver o no ver el fondo inmóvil o el infinito pleno de las aguas es la expresión poética del absoluto.
Basado en el texto Las aguas y los sueños de Gastón Bachelard
Es una invitación del corazón a sumergirse en las profundidades del ser. Lo que habita desde el fondo del alma es la voz golpeada de una pasión ardiente en el silencio de la melancolía. Los ojos luminosos de las aguas nos invitan a navegar hacia el cielo interno donde no vemos reflejados.
Las aguas tienen rasgos maternales de carácter sustancialmente femenino. Acunan el balanceo de una barca sostenida en la superficie como una madre. Transportados por la ensoñación de las aguas aprendemos a navegar en ellas como un sendero en el cual volamos nuestra imaginería.
Flotar en las aguas es morir, derramarse en su propio reflejo, disolverse en un solo recuerdo de murmullos. Las aguas mueren en el universo sumergido del firmamento invertido en donde los astros cobran vida en el ojo humano. Es el elemento acuoso que recibe la intimidad de la muerte en una disonancia de cantos.
Entonces las aguas tienen algo que decirnos murmurando una melodía ancestral desde el seno del río. Sólo así, un rayo de luz sobre las ondas del agua reflejará como un espejo todo lo que cambia en la profundidad sepulcral de la condición humana.
El carácter personal de la contemplación imaginaria de las aguas logra ver la intimidad del mundo reflejado en sí mismo. Elegir ver o no ver el fondo inmóvil o el infinito pleno de las aguas es la expresión poética del absoluto.
Basado en el texto Las aguas y los sueños de Gastón Bachelard
Edición Sara C Petrizzo fotografía
Hermosas fotografías y hermoso escrito!
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