lunes, 11 de mayo de 2015

Dónde está la realidad y dónde la imagen proyectada.





“El cuerpo del hombre  es siempre la mitad posible de un atlas universal” M.F Las palabras y las cosas.

Desde el principio de los tiempos, la analogía en la relación de conjuntos provoca los acercamientos secretos más profundos del universo con el hombre. Los cuerpos se atraen invisiblemente ligeros como el éter. Las pasiones erguidas son tormentas que se extienden a lo largo del cuerpo; el flujo de energía empieza a subir multiplicada por sí misma desde el vientre hasta el corazón y la cabeza. La correspondencia de un punto que cae en el patio amarillo está en proporción con el universo, el cielo y la tierra.

El firmamento centellea en el rostro del cuerpo del hombre que lo habita; su cuerpo es tierra cultivada en las fauces del mundo, sus venas son ríos de manantiales que se ocultan en el fondo de la carne, su vientre el mar de las pasiones interiores.

En la faz de la tierra la tormenta empieza agitar las pasiones; las nubes se aglomeran en la boca, el vientre mórbido fluye como un río tibio bajo un puente rojo. Los ojos brillan con tal fulgor que cae la lluvia. Los relámpagos estallan en la piel, el pulso palpita como los astros circulan el espacio. El cielo interior no obedece ningún orden; el firmamento al que pertenece es el universo del ser libre.

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