Desde la
loma de Bellavista frente al volcán Pichincha la capilla del hombre posee una
vista privilegiada de la ciudad de Quito. La estructura abismal de grandes
dimensiones rinde homenaje al artista. Pintor de origen indígena y representante
latinoamericano de los primeros habitantes de nuestro continente Oswaldo Guayasamín se convirtió
en punto de referencia del arte ecuatoriano.
La magia de este lugar se inicia desde la
entrada. Guayasamín escogió este lugar para construir este templo de grandes
dimensiones. Desde los patios exteriores
de este conjunto artístico se encuentran también esculturas emblemáticas
como la del Pájaro escultura de hierro de victor Delfín, entre otras.
El recorrido comienza entre las obras cargadas
de pasión y sentimiento que nos desgarra, todo alrededor de la llama eterna que
permanece encendida por la paz y la Unidad. Un cono de bronce, en cuya cúpula
interior está representada la tragedia de
las minas de potos, en busca de la luz y la verdad es una de las obras que más impresiona desde el
principio.
Textos poderosos de la pintura del pintor
Iberoamericano nos invitan a hacer una reflexión en este viaje al interior de la Capilla del hombre, “al interior secreto del ser humano, a sus
desdichas y alegrías, a los horrores de la guerra, al dolor y a la miseria a la
muerte y a la vida a nuestras raíces más profundas como explica Oscar Vela
Descalzo.
Lo que si es cierto es que la capilla del
hombre es un espacio único consagrado al arte de
Guayasamín y rinde honor al ser humano, a sus pueblos, a su identidad, a su
cultura que sigue siendo la medida de todas las cosas: los hombres y mujeres de
América.
En este árbol reposan los restos de Oswaldo Guayasamín que
él mismo sembró por expresa voluntad ya que pidió que sus cenizas fueran
colocadas en una vasija de barro bajo el árbol de la vida.
"Yo quiero que a mí me entierren como a mis antepasados en el vientre oscuro y fresco de una vasija de barro"
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