El 22 de noviembre se conmemoró la festividad de
Santa Cecilia, patrona de los músicos. En realidad nadie habla de Santa Cecilia
si no del día del músico palabra que se origina del latín musicus derivado de la palabra musa. Recuerdo
una imagen de Santa Cecilia en la cual se mostraba tocando el arpa y otros
instrumentos, imagen que llevo conmigo guardada por lo hermoso de la representación.
La importancia
que le dió mi madre a la música la incentivó a que estudiara en la escuela Juan
Manuel Olivares, lugar en el que pasé los mejores momentos de mi formación
académica en la juventud. Posteriormente conocí a una de las maestras, en todo
el sentido de la palabra, más significativas como educadora, Bruna Monestiroli
la cual admiro su labor educativa por más de 50 años.
Frecuenté a
grandes hombres exitosos personal y musicalmente en el arte de la composición,
dirección y ejecución instrumental motivados por la certeza y el amor a su
profesión lo que me produjo una gran satisfacción trabajar y compartir largas conversaciones con ellos.
Lo cierto es
que aunque la música tenga una fecha en la cual celebrar, estas personas le
rinden homenaje a este arte todos los días. Cualquiera que sea el género
musical que ejecuten, agradezco infinitamente que existan músicos como los que conozco
que me han hecho estremecer cada vez que los escucho.
Mi más
merecido respeto a todos aquellos que han hecho de esta profesión el arte de
vivir.
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