Una de la mayor satisfacción en digital 2
fue la oportunidad de hacer desnudos. A lo largo del curso, no hice más que
pensar a quien iba a fotografiar en lo que sería mi escenario, el piano de la
casa. Después de una larga espera para contactar a mi querida amiga Gaby,
sostuve un encuentro con ella una tarde en mi casa. Unas copas de vino
alegraron la tarde para poder iniciar la sesión que nos llevo a una muy grata
velada fotográfica. Cada toma resultaba como lo había pensado. El reflejo del
retrato hablado que había imaginado se hacía cada vez más sutil al transcurrir
de las horas. La naturalidad en la expresión me conducía de la mano por
el bagaje artístico de la musa que encaminaba mi ojo hacia una dimensión poco
conocida. Al transcurrir de las horas, el lugar se apropió de lo que fue el
escenario animado de mi experiencia fotográfica más relevante hasta ahora de lo
que va en 60 horas de clase. Gracias a Gaby por esta oportunidad única de
fotografiar en su total y absoluta desnudez el alma.
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