Me vi en sueños en el comedor de la casa de mis ancestros. Aunque no se parecía en nada a la casa real, había algo en el ambiente que me conectó profundamente con mi historia. Ante todo, el espacio era muy pequeño, casi reducido, y solo tenía una ventana. En la pared de enfrente, estaba adosado lo que parecía el ceibo, un árbol que formaba parte de mi memoria familiar.
En la habitación, estaba dispuesta una larga mesa, preparada para recibir a mis parientes. Al tomar la foto, me invadió una oleada de emoción, y no pude evitar llorar. La imagen, aunque fugaz, capturó algo mucho más grande que solo una escena; fue un vínculo entre el pasado y el presente, una reconexión con mis raíces, mi herencia y el tiempo compartido con los que ya no están.
Este proyecto busca, a través de la fotografía, explorar la memoria, el legado familiar y los espacios que nos definen. A través de cada imagen, intento captar no solo la apariencia de los lugares, sino también la emoción, el eco de las vivencias y los recuerdos que habitan en ellos.
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