miércoles, 20 de agosto de 2014

Campo de fútbol

Un domingo en Devoto, Buenos Aires Argentina, me invitaron a un asado en un club de campo. Pasamos el día jugando con los niños y degustando uno de los mejores platos del mundo en compañía con los amigos y por supuesto vinos y cerveza!

En la cotidianidad de la tarde, habitada por la luz crepuscular de los campos de fútbol, me invadió un nostálgico deseo de caminar. A mi encuentro por los espacios abiertos de juego, me encaminé por la periferia del lugar en busca de la imagen que recordaba de un tipo de lugar, guardando las distancias, de los campos de fútbol de  Bleda y Rosa.

Se asemejaba lo que estaba viviendo en ese momento a las imágenes vistas en clase de fotografía, lo que me incitó a tomar la cámara e irme al encuentro del lugar. Tras caminar a lo largo y ancho del recinto vacío, encontré el solitario escenario de mi propio recuerdo fotográfico.

A mi encuentro con la memoria personal de los campos de fútbol abandonados en Galicia, una espesa grama recortaba mi paso al andar en la tenue luz de la tarde de ese día, maravillada por la sensación del encuentro con las porterías y los pinos sepias. 

De esta manera, el recuerdo y el paso del tiempo hicieron alusión a ese espacio temporal vivido hace muchos años atrás en donde era una niña y echados en la grama veíamos relampaguear un sueño en el guiño de las estrellas fugaces en los campos de fútbol.














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