miércoles, 20 de agosto de 2014

Abadía Benedictina San José de Guigue

Hace unos años atrás estuve en la Abadía San josé de Guigue. En ésta ocasión decidimos ir a darle una vistazo.Tras verdes caminos estrechos, llegamos a una sinuosa loma donde se cobija la construcción ascendentemente moderna en obra limpia. 

Eran casi las doce del mediodía cuando los hermanos benedictinos preludian su almuerzo con los cantos y salmos eclesiásticos antes de la hora de comer.

Como el buen pastor San José, el lugar nos acogió en su capilla monástica. Entrada la luz al espacio, los vitrales no sólo adornaban el recinto sino también auspiciaban las campanadas. Seis coronas de bronce engalanan la torre con sus cantos entonados a la hora meridiana tras un regocijo de alegría ensordecedor.

Bajo la cúpula frondosa,  el ardiente sol se posaba en las hojas de los árboles. Se podía escuchar el crujir del césped en la hondonada silvestre y el canto singular de los pájaros. Un lugar ceremonialmente habitado en su cabalidad tanto humana como estructural.

Un paréntesis descanso para el recogimiento de los huéspedes e invitados que como nosotros fuimos a pasar un momento de Gloria en la Abadía Benedictina San José de Guigue.











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